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08 octubre 2008

La normatividad de la sexualidad

Cada época y cultura propone criterios sobre lo que es normal y anormal en términos de sexualidad: cómo debe ser la educación (roles) de hombres y mujeres, cómo se deben relacionar, qué está permitido, qué está prohibido, etc. Su cambio ya es muestra de que no existe una regulación absoluta, ni moral, ni ideológica o biológica.

La sexualidad es y será siempre un imposible de asir, plantea enigmas. Cuando Freud dijo que en las causa de las neurosis había conflictos con la sexualidad, no se refería solamente a una cuestión de genitalidad o de descarga orgásmica, sino a qué la sexualidad al no estar regulada instintivamente, los referentes se deben construir-tomar de los elementos que da la cultura, para poder responder a cuestiones de identidad, de ahí su aspecto traumático: no disponer de referentes reguladores ya dados a priori ¿Qué es ser hombre? ¿Qué es ser mujer? ¿Cómo vincularse? ¿Qué es la homosexualidad? ¿Cuáles han sido algunos de esos referentes?

Para los griegos la sexualidad ofrecía diversas vías para el placer, mismos que no eran considerados “malos”.

Sólo si alguien sucumbía esclavizándose ante ellos, con lo cual demostraba que su voluntad se había debilitado -tan valorada por su relación con la mesura, el control y la sabiduría- por lo tanto el ciudadano libre (a excepción de los esclavos, los niños y las mujeres) podía disponer de los placeres (ver.

Foucault, M. Historia de la sexualidad. El uso de los placeres)

Mientras que para el cristianismo la sexualidad será considerada como algo en relación con las pasiones de “la carne”: la lujuria y la concupiscencia; y solo se deberá ejercer genitalmente para procrear hijos.

Desde esta concepción el cuerpo debe ser domeñado mediante ayuno, penitencia y oración, pues de él se desprenden deseos que atentan contra el bien del espíritu, p. e. los siete pecados capitales.

El cambio de la concepción griega a la judeocristiana implica el pasaje de la voluntad y disposición de lo placeres –los cuales no era en sí mismo moralizante- a la lista interminable de prohibiciones.

Mientas que para el griego los placeres estaban ahí para ser disfrutados a condición de que su voluntad no se viera comprometida, esclavizándose, para el cristiano el acento recae sobre el objeto de su pasión, en eso que le hizo despertar el deseo y cometer pecado, de ahí la amplia lista de prohibiciones, y mecanismos de “limpieza”: oración, confesión, penitencias, ayunos, catequesis, etc.

Por otro lado, durante el siglo XX hasta la actualidad se han dado revoluciones respecto a la sexualidad: por ejemplo las investigaciones del profesor Alfred Kinsey en la década de los 40s y 50s.

sobre conducta sexual. Así como los estudios del matrimonio Master y Johnson a finales de los 60s.

Hasta Sex and the City serie de fama mundial, donde un grupo de amigas no solo intentan dictar la norma respecto a la moda en el vestir, sino referentes sexuales, planteando algunos de los avatares de la mujer actual posterior a la revolución sexual, al feminismo, a la igualdad laboral, etc.: ¿qué piensa, desea, quiere, anhela, odia, ama….

una mujer y un hombre en este mundo actual, que se pretende tolerante, liberal, democrático, globalizado?

Los cambios son muchos. Antes se consideraba a la homosexualidad como algo patológico y enfermizo, hoy la homosexualidad se considera una preferencia sexual más, que no tiene nada de malo.

Ahora predomina una visión democrática: se plantea que una relación heterosexual u homosexual en donde ambas partes estén de acuerdo en las prácticas que emplean durante el coito está dentro de la normalidad.

Ahora también se pretende, vía la biotecnología, modificar y poder “elegir” el sexo de los hijos, así como el cambio de sexo en adultos. Entre otros cambios.

Por camilo E. ramirez garza

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